El Polo Norte forma, junto con el Polo Sur, el eje de rotación de la Tierra. Está situado en el océano Ártico, donde el mar está cubierto por una masa de hielo denominada casquete polar.
En el Polo Norte, existe un punto magnético cuya ubicación cambia paulatinamente con el paso del tiempo a una velocidad variable.
A pesar de que pudiera parecer lo contrario, el Polo Norte es más cálido que el Polo Sur, ya que se encuentra a nivel del mar en medio del océano, lo que contribuye a mantener una temperatura más suave. Este hecho contribuye a que la vida animal y vegetal sea más abundante en este extremo de la tierra que en su opuesto.
Sin embargo, las temperaturas varían entre unos -43ºC que se pueden alcanzar en invierno y los 0ºC del verano, estación en la cual se han llegado a registrar hasta 5ºC.
LA TERRIBLE EVOLUCIÓN DEL ÁRTICO
Con estas temperaturas es fácil deducir que la capa de hielo que cubre el Polo Norte sea muy gruesa, entre 2 y 3 metros de espesor, aunque los estudios más recientes demuestran que el espesor medio del hielo se ha visto reducido sustancialmente en los últimos años, probablemente debido al calentamiento global.
Estos mismos estudios han pronosticado que en las próximas décadas el océano ártico no tendrá hielo en verano. Este hecho acelerará el calentamiento de la Tierra, lo que puede tener importantes repercusiones en el clima.
LA RELACIÓN ENTRE EL ÁRTICO Y LOS AIRES ACONDICIONADOS
La conclusión que se obtiene de todos estos datos es que, por decirlo en términos coloquiales, el Ártico actúa para la Tierra como si se tratase de un aparato de aire acondicionado cuyo correcto funcionamiento ayuda a mantener la climatización del planeta.
Si el Polo Norte se derrite, el aire acondicionado de la Tierra empezará a fallar y notaremos las consecuencias en forma de calor y de fenómenos atmosféricos como los ciclones árticos.
La diferencia de temperatura del aire y del agua de los polos con respecto al ecuador es lo que provoca las corrientes de aire y marinas que se encargan, entre otras cosas, de regular la temperatura y provocar las lluvias en todo el planeta.
Es fácil deducir que un aumento de la temperatura del Ártico modificaría las corrientes marinas y de aire, lo que influiría de manera drástica en la regulación climática, provocando más huracanes, más inundaciones y más sequía.
Otra consecuencia del aumento de la temperatura y el consiguiente deshielo es que algunas ciudades costeras a nivel del mar podrían quedar sumergidas. Por otra parte las estacines del año quedarían reducidas a dos: invierno y verano, con climatología más extrema que la que hasta ahora conocemos.
Fuente de la imagen: Greenpeace
Artículos Relacionados:
-La primera ciudad con aire acondicionado se construirá en Dubái
-El Sistema de climatización de Hokkaido, ejemplo de innovación, ecología y eficiencia energética